miércoles, 6 de noviembre de 2019

Fin, de Karl Ove Knausgård

Fin. Mi Lucha: 6

Título original: Min kamp 6
Autor: Karl Ove Knausgård
Traducción: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Editorial: Anagrama
Año: 2011


La familia, la paternidad, la pareja, la escritura: el Knausgård más sincero y maximalista pone la última piedra en ese monumento literario que es Mi lucha.

Mi lucha, de Karl Ove Knausgård, alcanza el Fin, y lo hace llevándonos hasta el principio: Knausgård, enfrentado a un callejón sin salida literario y un punto muerto existencial, acaba de volcar sus ansiedades (y exponer a sus allegados) en La muerte del padre, y se dispone a publicarla. Se hace fotos para el lanzamiento, se prepara para las primeras entrevistas promocionales, da, nervioso, a leer el manuscrito y recibe respuestas mayormente conformes. Y, de pronto, una bomba anunciada por dos palabras, «Violación verbal», que encabezan el e-mail que a Knausgård le manda su tío Gunnar: un e-mail que lo acusa de haber escrito un libro lleno de mentiras bajo el influjo adoctrinador de su madre, y que anuncia medidas legales si este llega a ver la luz. Una bomba que sacude al autor e impacta contra la línea de flotación de su proyecto, que busca poner la memoria al servicio de la honestidad: Knausgård tendrá que preguntarse si la primera no lo está traicionando, comprometiendo así la segunda, y, en caso negativo, cuáles son los efectos de querer ser honesto a toda costa.

Y, a raíz de ello, el Knausgård más minucioso y exhaustivo, el más desenvuelto y proteico, capaz de entreverar su hiperrealismo doméstico de variadísimas reflexiones y derivas ensayísticas, inicia un excurso de una osadía casi desafiante y una inusual capacidad asociativa donde del peso del nombre en la familia y en la construcción de la identidad se pasa a su peso en la literatura, y de ahí al Holocausto y a Hitler y su Mi lucha, examinando las formas a veces perversas en que puede influir en la realidad la palabra.

Y cuando el excurso termina, de vuelta en casa al otro lado de la palabra, a Knausgård le espera la realidad en toda su crudeza. Fin redobla esfuerzos para conseguir un cierre a la altura de Mi lucha, amplificando las propiedades más relevantes del estilo knausgårdiano: su maximalismo, su libertad formal y expresiva, su transparencia, su urgencia sin maquillar, su capacidad para englobar todo lo que bulle y late en una vida. El resultado regresa al terreno de La muerte del padre y Un hombre enamorado para, potenciando sus logros, entregar páginas agudas e inmediatas, dolorosas y emocionantes, sobre la familia, la paternidad, la pareja, la escritura y el equilibrio inestable que todas ellas mantienen: la encrucijada sobre la que Knausgård ha edificado un monumento literario que ya está, ahora, deslumbrantemente completo.

«Knåusgard ha topado aquí con la gran realidad, el gran misterio, del mundo: […] el desafortunado intento de un ser biológicamente incompleto de alcanzar una especie de completitud mental o espiritual… Como lectores estamos más cerca de Karl Ove que en cualquier novela o autobiografía normales» (Fredric Jameson, London Review of Books).

«Irresistible y absorbente. Una interacción cautivadora entre la banalidad y la belleza, la redundancia y lo sublime» (Chris Power, New Statesman).

«Conmovedora y del todo adecuada. Una obra de arte hipnótica y genuinamente importante, que hace pensar» (Stuart Evers, The Spectator).

«Quizá la más absorbente de las entregas de esta epopeya, y un logro literario indudablemente impresionante» (Booklist).

«Fascinante» (Alex Clark, The Guardian).

Karl Ove Knausgård (1968) emprendió en 2009 un proyecto literario sin igual: su obra autobiográfica Mi lucha es una gran proeza; está compuesta por seis novelas, la última de las cuales fue publicada en otoño de 2011. Ha obtenido numerosos galardones en su país y una cantidad insólita de lectores, además de un gran número de traducciones. Anagrama ha publicado los cuatro primeros tomos, con extraordinaria acogida crítica: La muerte del padre: «Sorprende por su lucidez y profundidad; una obra seria, concienzuda» (Robert Saladrigas, La Vanguardia); «Un libro importante, un esfuerzo literario digno de admiración y un ejemplo de vocación literaria» (José María Guelbenzu, El País); Un hombre enamorado: «Gran literatura» (Alberto Manguel, El País); «Esa sensación, como en Roberto Bolaño, de que el autor se juega el pellejo en cada página, que se inmolaría en el altar de Odín por conseguir un pasaje perfecto» (Antonio Lozano, La Vanguardia); La isla de la infancia: «Una novela magistral. Mi lucha es una de las sagas literarias más hermosas de las últimas décadas. Knausgård ya se ha hecho un hueco entre los clásicos» (Rafael Narbona, El Mundo); «La primera gran catedral literaria del siglo XXI» (Enrique de Hériz, El Periódico); y Bailando en la oscuridad: «Una historia que hemos leído muchas veces pero nunca así, con una libido tan verdadera, con un sentimiento tan agudo del dolor marcado por la inexperiencia» (Anna Caballé, El País) y Tiene que llover: «No me gustaría llamarlo el libro del año o de la década porque está llamado a más altas metas: a ocupar un lugar privilegiado en la presente centuria» (Ángeles López, La Razón). Ahora cierra la serie con el sexto y último: Fin.


Mi lucha llega a su fin con el volumen del mismo título. Esta sexta entrega es con mucho la más excesiva (en todos los sentidos) de toda la serie. Karl Ove Knausgård no parece que tuviera nada claro cómo finalizar su personal autobiografía y en este dispersísimo último libro mezcla el metarrelato autorreferencial con el ensayo y logra ser casi igual de insoportable en uno y otro registro. Sus reflexiones sobre la vida y obra de Adolf Hitler ocupan la parte central de las más de mil páginas de Fin pero, además de dar vueltas en círculo sobre la misma idea, el escritor noruego no ofrece demasiada recompensa al lector que cruce su farragoso discurso. Alcanzada esta orilla, aún falta un bonus track final en el que Knausgård de nuevo desordena y atropella diferentes líneas temporales con pasajes autobiográficos de escaso o nulo interés y que finalizan abruptamente sin que se adivinen las razones de su inclusión en una obra interminable que no necesitaba de este prescindible relleno y sí, en cambio, de una más ordenada y precisa conclusión.


Karl Ove Knausgård en Aventura En La Isla


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