Ebrio Del Vino Perdido Título original: Ivre de vin perdu Autor: Gabriel Matzneff Traducción: José Sampere Editorial: Ultramar Editores Año: 1981 |
Ebrio del vino perdido es una novela sobre el magnetismo sensual de la carne de las adolescentes, sobre la nostalgia de los amores perdidos; Nil Kolytcheff, libertino desencantado, ocioso recalcitrante, vive entregado al frenesí de la seducción sistemática; sus incontables conquistas, colegialas enamoradizas, se superponen en su memoria como páginas inalterables de un libro sensual; en el centro de su universo de placer, sin embargo, perdura el recuerdo de Angiolina, quinceañera voluptuosa con la que vivió el más loco de los amores; ni sus viajes a Filipinas y Ceilán, paraíso de los pedófilos, ni las infinitas conquistas que se renuevan día a día, ni el ascetismo dietético destinado a ganar una ventaja más precaria por momentos a la vejez y al deterioro del cuerpo, ni la religión entendida como una transitoria purificación de los pecados podrán borrar la presencia recurrente de Angiolina (o Diabolina), quien como una imagen mística acosará al insaciable Nil desde los confines dolorosos del pasado.
Acompañado de su amigo Rodin, el banquero pederasta y cínico, esquivando a madres amenazadoras, Nil Kolytcheff seguirá viviendo el momento dominado por su insaciable afán de seducir, ajeno al paso del tiempo y consciente del mismo, en espera de la muerte que se acerca poco a poco, dulcemente.
Acompañado de su amigo Rodin, el banquero pederasta y cínico, esquivando a madres amenazadoras, Nil Kolytcheff seguirá viviendo el momento dominado por su insaciable afán de seducir, ajeno al paso del tiempo y consciente del mismo, en espera de la muerte que se acerca poco a poco, dulcemente.
Gabriel Matzneff fue el protagonista sin nombre de El consentimiento, el libro autobiográfico de la francesa Vanessa Springora que reseñamos a comienzos de año. La producción literaria de Matzneff ha permanecido básicamente inédita en castellano pero en 1990 la editorial Ultramar editó en español la que pasa por ser su obra maestra, Ebrio del vino perdido. En ella Matzneff utiliza un indisimulado alter ego, con el que comparte origen y otros detalles biográficos, para narrar en tercera persona su largo historial de relaciones sexuales con menores de ambos sexos. Ebrio del vino perdido viene a ser una especie de manual del buen pedófilo en el que el autor no sólo no esconde su condición sino que hace un orgulloso alarde de la misma, algo que puede soprender en esta época presente pero que en su momento no pareció incomodar a casi nadie. Claro que también en nuestras letras patrias hemos tenido algunos ejemplos que tampoco han sufrido demasiado reproche por comportamientos similares. El caso es que más allá de las consideraciones morales, el libro de Matzneff es un despropósito absoluto que en unas ocasiones parece una comedia de enredo y en otras se embrolla en disquisiciones filosófico-teológicas que buscan acaso dar una pátina intelectual a lo que en esencia son los instintos más primarios de su insufrible y hoy repudiado autor.
Gabriel Matzneff, maldito francés [Phlippe Bouthière, El País]

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