lunes, 21 de marzo de 2016

El Reino, de Emmanuel Carrère

El Reino

Título original: Le royaume
Autor: Emmanuel Carrère
Traducción: Jaime Zulaika
Editorial: Anagrama
Año: 2015

PREMIO LE MONDE


Hace ya tiempo que Emmanuel Carrère ha acostumbrado a sus lectores a esperar de él lo inesperado, y en esta obra monumental, casi diríamos épica y sin duda radical, aborda nada menos que la fe y los orígenes del cristianismo.

En sus páginas se entrecruzan dos tramas, dos tiempos: la propia vivencia del autor, que abraza la fe en un momento de crisis personal marcado por una compleja relación amorosa y el abuso del alcohol, y la historia de Pablo el Converso y de Lucas el Evangelista. Pablo que cae del caballo, tiene una iluminación mística y pasa de lapidador de cristianos a propagador de la nueva fe que transmuta todos los valores. Y Lucas que escribe la vida de Jesús y a partir del cual nos adentramos en los evangelios primigenios, tan diferentes al Apocalipsis de fuegos artificiales de Juan.

En estas dos historias entrecruzadas sobre la fe se suceden abundantes personajes, episodios y reflexiones: la serie televisiva sobre muertos que resucitan en la que participa Carrère como guionista, la canguro ex hippie y amiga de Philip K. Dick a la que contrata, los bolcheviques con los que compara a los primeros cristianos, webs porno, visiones eruditas sobre las fuentes originales del cristianismo, la desaparición –¿resurrección?– del cadáver de Jesús...

Lo que a Carrère le interesa del cristianismo es su mensaje de transgresión de lo establecido y la desmesura de la fe. Y este libro provocador y deslumbrante es una indagación rabiosamente contemporánea sobre el cristianismo que nos habla de la perplejidad, el dogma, la duda, la redención y la construcción de una fe con mensajes rupturistas y extraños rituales.

«Una obra maestra. Un fresco grandioso. Crean o no en el Cielo, todos los lectores sacarán provecho de acompañar a Carrère en su indagación» (Bruno Bouvet, La Croix).

«Lo que le fascina del mensaje de la Iglesia es “la extravagante inversión de valores”, esa idea de un reino “vetado a los ricos y los inteligentes”, donde los primeros serán los últimos y viceversa» (Claire Devarrieux, Libération).

«Se lee como una novela de aventuras, fascinante, erudita y a menudo muy divertida. Un tour de force» (Les Inrockuptibles).

«Es el gran libro de la temporada. El Reino desafía todos los géneros: narración, indagación, ensayo, libro de historia y de introspección, resulta apasionante de principio a fin. Carrère sale triunfante de una increíble proeza. Muestra, en estas páginas soberbias, el poder iluminador de la literatura» (François Busnel, Lire).

«El viejo tema se convierte en apasionante. Ante todo es una conquista política. Para explicar cómo actuaron esos improbables agentes de la subversión radical, Carrère ejerce de historiador, de periodista, “detective” sería la palabra exacta» (Ève Charrin, La Nouvelle Quinzaine Littéraire).

«Una impresionante indagación en los orígenes del cristianismo» (Grégoire Leménager, Le Nouvel Observateur).

«Carrère es probablemente el escritor francés vivo más importante» (Robert McCrum, The Observer).


Después de la publicación en 2011 de su excelente Limónov, y con una espera aliviada con la recuperación en español de dos obras de su primera etapa como El bigote y Una semana en la nieve, el escritor francés Emmanuele Carrère presentó a finales del pasado año El Reino, un ambicioso intento de reconstrucción histórica de los origenes del cristianismo que el autor de El adversario entremezcla, como en él es habitual, con sus propias experiencias durante lo que podría llamarse el periodo católico de su vida. Dado el carácter épico de la empresa acometida, los resultados son desiguales y El Reino alterna momentos de inspiración con otros en los que el interés languidece peligrosamente. Se diría que Carrère busca ajustar cuentas con el sentimiento religioso que durante unos pocos años abrazó y que luego abandonó con una cierta sensación de vergüenza e incluso arrepentimiento. Su exploración literaria se pretende tanto histórica como moral y su conclusión encierra las mismas dosis de ambigüedad que se desprenden de su propio planteamiento.


Emmanuel Carrère en Aventura En La Isla

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