martes, 30 de junio de 2015

El Muerto Sin Descanso, de Donald E. Westlake

El Muerto Sin Descanso

Título original: The busy body
Autor: Donald E. Westlake
Traducción: Emilio Ghergo
Editorial: Barral Editores
Año: 1966


A la mafia le gusta hacer las cosas bien, le gusta celebrar funerales fetén por la muerte de un viejo camarada, aunque sólo fuerta un pelanas. Lo malo es que siempre se cometen errores. Alguien olvidó retirar la heroína que se escondía en la americana del fiambre, heroína por valor de un cuarto de millón de dólares, nada, una friolera. No queda más remedio que desenterrarlo y a Nick Rovito, el jefe, no le hace ninguna gracia enterarse de que el ataúd está vacío. Oye, Engel, le dice Nick a su hombre de confianza, tienes que encontrármelo, yo sé que tú me lo vas a encontrar. Así fué como Al Engel se complicó la vida. Descubrió a un marao, pero no era el que buscaba y la policía se le echó encima. Descubrió a una viuda misteriosa y ojalá no la hubiera conocido. Descubrió que la confianza daba asco. Descubrió que más valía pirárselas a California.


Probablemente una traducción sudamericana y con abundantes vulgarismos no sea lo mejor para disfrutar de la prosa habitualmente inspirada de Donald Westlake pero lo cierto es que El muerto sin descanso no destaca para bien dentro de una obra casi siempre brillante. La anécdota argumental aquí no tiene mucho recorrido y aunque la narración no se extiende en exceso, las azarosas desventuras de Aloysius Engel no llegan nunca a despertar demasiado interés. Pero todos sus defectos e imperfecciones podrían perdonarse al comprobar que aquel año Westlake, con sus diferentes pseudónimos, publicó hasta cinco novelas y siete más al siguiente. ¿Quién podría mantener siempre el mismo nivel con semejante ritmo creador?


Donald E. Westlake en Aventura En La Isla


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